Mientras se celebra en este pueblo el dÃa de los muertos, esta niña decide visitar la tumba de su fallecida madre, mientras adorna la tumba de su madre empieza llorar, de repente una flor empieza a crecer a su lado, la cual se enreda en sus brazos, sumergiéndola en las profundidades, y sin darse cuenta, es transportada a un mundo distinto, un reino lleno de luces mÃsticas y calaveras danzantes.
Desconcertada, la niña explora este nuevo lugar, donde los
espÃritus de los difuntos celebran con alegrÃa y música. Todo parece festivo,
pero ella siente un vacÃo, un anhelo que no puede describir. Entonces, una
presencia familiar se acerca: su madre, a quien habÃa perdido hace tiempo. La
mujer extiende los brazos y la envuelve en un cálido abrazo. La niña, entre
lágrimas de felicidad, comprende que aunque su madre ya no esté en el mundo de
los vivos, su amor sigue intacto. Juntas bailan y recorren el reino de
los muertos, mientras la madre le muestra que la muerte no es el final, sino
una transición a un lugar donde el amor y los recuerdos permanecen para
siempre. Con cada paso, la niña empieza a aceptar la despedida, comprendiendo
que su madre siempre vivirá en su corazón.
Finalmente, la luz que la trajo comienza a desvanecerse y la
niña vuelve al mundo de los vivos.
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